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Mi vida ha dado un giro radical en los últimos años. De pronto soy empresaria. La fundadora de Destinos Entre Azules, una agencia de viajes que se dedica a acercar a las personas al mar. Siempre digo que escribir mi biografía es una de las partes más difíciles de mi trabajo. Nunca se muy bien por dónde empezar. Supongo que con un, me llamo Ana Hernández Sarriá y llevo años intentando ser escritora. Parece que lo estoy consiguiendo porque he publicado 4 novelas. Mientras las escribía mi vida ha ido dando tumbos por muchos sectores. Viví en Nueva York ocho años, llegué con la ilusión de trabajar en empresas de moda. Quería ser diseñadora. Así que luché para conseguirlo y por el camino fui camarera, niñera y hasta limpié casas para poder sobrevivir. Esa ciudad me cambió. Me enseñó muchísimas cosas. La constancia. La persistencia. Me enseñó a luchar por mis sueños sin rendirme. Creo que, si nunca hubiera vivido allí, hoy no estaríamos aquí.
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En Manhattan lo conseguí. Llegué a trabajar para grandes corporaciones: Alexander Wang, Carolina Herrera e incluso Loewe. Esa vida de película entre rascacielos y pasarelas de moda inspiró mis dos primeros manuscritos y sí, me alejó del mar por un tiempo. Estuve lejos de ese azul que me había dado mucha curiosidad desde niña. Aun así, cuando “la vida en la gran manzana” me ahogaba, sentía la necesidad de ir al océano. Era ese sitio al que siempre quería escapar. El que me daba paz. El lugar de calma al que quería ir.


He tenido varias crisis existenciales y en todas me ha ayudado el mar y escribir. Y eso es precisamente lo que pasó con Entre Azules, mi tercera publicación en la que la protagonista huye de la ciudad y se enamora del mar. De pronto el personaje principal, Federica, conectó con miles de lectoras. Parecía que ellas también tenían esa necesidad de esa conexión absoluta con los océanos. Y bueno, empecé a hacer grupos en 2021 en Maldivas recibiendo a esa comunidad preciosa de mujeres, (al principio solamente venían mujeres) que querían enamorarse del mar. Querían sentir la libertad y la felicidad que transmiten los delfines, tortugas y miles de criaturas que puedes ver en el agua. Sensaciones de las que hablaba en el manuscrito. Funcionó. Fue una locura. Sin darme cuenta cerré el año con más de cuarenta grupos de personas que venían a vivir esa aventura. De golpe tenía más de quinientas reservas para venir a mis viajes. “A la experiencia Entre Azules”.
Todo ha pasado muy rápido desde entonces. Abrí Baja California como segundo destino, y después, vino Mauricio, Bahamas, Tonga… de verdad que a veces no sé cómo he llegado hasta aquí. Ahora tengo una agencia de viajes, un equipo increíble que trabaja conmigo y que hace que todo este crecimiento sea posible. Yo sola no podría con todo esto, eso seguro.
Así que bueno, no sé. ¿Mi biografía? Una vez más, no sé qué deciros. Que estoy escribiendo mi quinto manuscrito. Que trabajo mucho, ¡muchísimo! Pero he logrado hacerlo para algo que me hace realmente feliz. Que vuelvo a escribir estas líneas sentada en un escritorio enfrente del mar en Moorea, en la polinesia francesa. De niña siempre soñé con venir aquí. Nadar con cachalotes, delfines y jorobadas. Me parecía algo inalcanzable. Por un momento hasta llegué a sentir que quizás esta vida, no era para mí. Si algo he aprendido en este tiempo es que la vida es para los valientes. Para los que arriesgan. Así que, “que me quiten lo bailao” y que cuando mire a este horizonte de mar infinito no me acuerde ni de las estafas, de los comentarios de odio que tengo en redes, ni de todos los impedimentos que he tenido para llegar hasta aquí. Que he montado una de las agencias de viajes más grandes que hay en el sector del buceo. Y que eso es solamente fruto de mi esfuerzo. De mi trabajo. De no rendirme nunca. De luchar simplemente por cumplir mis sueños sin mirar lo que hacen los demás. Me voy a permitir el gusto de felicitarme a mí misma porque, qué narices, no ha sido nada fácil llegar hasta aquí. Y, aun así, una vez más, lo he conseguido. Me lo merezco. Así que enhorabuena. Por los sueños. Por las ganas de vivir que no he perdido como bien le prometí al cielo hace tiempo. Por esta vida tan bonita. ¡Por nosotras! Por mi abuela y mi madre que estoy segura que están mirándome desde el cielo con un vinito sintiéndose muy, muy orgullosas de mí.